25 ene 2019

TORCA DEL CARLISTA

El pasado sabado 19 de enero, Javi e Ibon (ADES), Julen (Sustrai Natura), Rebeca y Maite (Rioja), Lorena, Irene, Oskar y Joanes (Otxola), nos reunimos bajo las faldas de Peña Ranero para acompañar a Javier Moreno en la adquisición de datos que nos permitirán conocer más a fondo los secretos de la Torca del Carlista.

Tras un tradicional almuerzo, nos dirigimos a la entrada de la cavidad. Es difícil imaginar que desde esa boca se abren las entrañas de una montaña y que nuestros pies se encuentran sobre una de las cavidades subterráneas más grandes del mundo.


Sabiendo que el pozo por el que descendemos tiene 152m las sensaciones no son muy diferentes a la de cualquier otro. Los fraccionamientos, los pasos de nudos y las arañas que juguetean en la pared te mantienen distraído.

Sin embargo, todo cambia cuando la sala GEV se muestra ante ti. 84 metros te distancian del suelo. La luz del frontal no siempre alcanza las paredes de la sala. La oscuridad te abraza. Comienzas a bajar. Giras sobre la cuerda más de lo que te gustaría pero nada a tu alrededor te puede parar. Tus compañeros no quedan a tanta distancia  pero los sientes lejos. Estás solo en medio del vacío, pero te sientes feliz. Eres alguien privilegiado experimentando sensaciones privilegiadas.

Una vez abajo, seguimos gozando de nuestra distinguida posición, pues Javier Moreno nos lleva a conocer rincones excepcionales acompañados de interesante información. Nos habla de las teorías de la formación de la cavidad, de la curiosa cercanía de Pozalagua sin existir contacto alguno conocido entre ambas cuevas, de la forma en la que consiguieron topografiar semejante superficie...

Recorrimos la cueva y como suele pasar bajo tierra, las horas corrieron rápido por el reloj. Pasamos de sortear los bloques de la sala GEV a admirar las grandes columnas que se alzaban frente a nosotros y a estudiar los detalles con la que la caliza decoraba el techo y el suelo de la Torca del Carlista.

Finalmente y sin mucho remedio, tocaba volver por donde habíamos venido. Chicleo infinito y control de sensaciones. Volver a flotar en medio de la nada y asegurarse de que tu compañero yumarea no muy lejos de ti.

Poco a poco la Torca nos expulsó uno a uno de su interior. Caras de satisfacción y complicidad. Una vez subida, bajada y subida nuevamente la montaña, ahora solo tocaba volver a bajar.

Por último, quisiéramos agradecer a Javi Moreno  por la invitación y las explicaciones dadas dentro de la torca.
Un placer!

Texto y video: Lorena
Fotos: Irene y Joanes





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