16 abr 2021

EXPLORACIÓN SUMIDERO DE TOIX –ALTEA

 29 DE MARZO-1 DE ABRIL 2021


Participantes: José María Cortés, Belén Andrés, Guapet (Vicente Gil), Eliseo Belzunce.

Estamos a setenta metros de profundidad, anclados a una cuerda de escalada con los júmares (bloqueadores) viejos de espeleología, para no ser arrastrados por la corriente hacia el interior de la cueva y por más que miramos hacia atrás, no conseguimos ver con claridad cómo es la continuación de la galería.

Las numerosas leyendas que hemos oído del Sumidero de Toix, hablaban de un pozo donde la luz se pierde más allá de los ochenta metros de profundidad.

La realidad es bien distinta y el pozo en cuestión, baja hasta menos sesenta y cinco metros. A partir de ahí, la cavidad pierde la verticalidad, se va estrechando, la corriente se acelera bruscamente y el lugar se convierte en uno de los más inhóspitos que hemos conocido bajo tierra.

Peleándonos con la corriente, intentamos solucionar las tareas que nos quedan antes de emprender el retorno a la superficie. Tras anclar la cuerda a un puente de roca y hacerle un nudo de tope, la cortamos, organizamos lo que nos sobra dentro del petate y salimos jumareando (traccionando del bloqueador) hasta la superficie, haciendo las correspondientes paradas de descompresión. 

La visibilidad es buena al salir porque la corriente limpia la cavidad. Todo es muy diferente al resto de cuevas que conocemos y es una sensación extraña sentir que estás buceando en un río salado que se mete hacia el interior de la tierra y que no puedes soltarte de la cuerda si no quieres verte arrastrado hacia no se sabe dónde.

Estamos aquí porque todo tiene su momento y ha llegado la hora de explorar en el Sumidero de Toix.

Animados por el conocimiento del sistema subterráneo Toix-Moraig y su influencia con el acuífero de Benissa, decidimos que este mes de abril era el momento de realizar unas cuantas inmersiones aquí, para comprobar de primera mano la coincidencia del croquis topográfico existente de este sumidero, tomar los datos necesarios para realizar una topografía más actualizada, realizar mediciones de las fuentes de agua dulce subterráneas en la pared del Mascarat y avanzar todo lo posible hacia el interior de la Tierra buceando en este río aspirante.

Formamos un equipo de cuatro personas para poder llevar a cabo esta actividad. Pertenecemos al Grupo de Exploración del Moraig (GEM). Es en esta cueva situada en las proximidades de la Cala del Moraig en Benitatxell, donde el Grupo ha centrado sus esfuerzos desde el año 2013. Pero Toix es un tema pendiente que sabemos que nos puede aportar mucha información sobre el hipotético sistema Toix-Moraig. 

La hipótesis está corroborada por estudios realizados en base a datos obtenidos en ambas cuevas y en el sistema acuífero, pero no en vano, aún hoy está en discusión.

Para acceder al lugar contamos con la embarcación de SIDMAR. Eso junto con la impagable colaboración del puerto deportivo Marina de Greenwich para embarcar, preparar los equipos y realizar la exploración con seguridad, facilita enormemente las tareas de exploración.

Hay escritos del siglo XVI que ya hacían referencia a las fuentes de agua dulce de la pared del Mascarat. Las cuevas aéreas como la de los Palomos, fueron exploradas a mediados de los 60 por el Club Espeleológico de Alicante (CEA).

Las primeras exploraciones subacuáticas conocidas en la pared, se realizaron por un equipo francés de buceadores en 1971, liderados por Claude Lapeyre. Trabajando varios veranos, localizaron varias de las cuevas que hay en la zona y penetraron en la que llamaron “El túnel sin fin” y que ahora conocemos como Sumidero de Toix. Descendieron hasta treinta y ocho metros de profundidad en el gran pozo y ascendieron a una burbuja aérea desde la cabecera del mismo. Es increíble lo que consiguieron, teniendo en cuenta la dificultad de las inmersiones y los equipos de la época.

En 1978, aún sin internet y sin tener conocimiento de lo realizado por el equipo francés, biólogos del CRIS de Barcelona realizaron algunas prospecciones en la zona y trabajaron allí hasta 1981. Realizaron un reportaje cinematográfico y localizaron y documentaron las fuentes y cavidades existentes. En esta ocasión, no bucearon en el Sumidero debido a la complejidad de las inmersiones y esta cueva cayó en el olvido.

Parece ser que en 1992, buceadores de Madrid penetraron en la cavidad y descendieron hasta setenta metros de profundidad, pero no hemos podido comprobar la veracidad de esta información.

En septiembre de ese mismo año, al igual que hemos hecho nosotros ahora, el equipo que estaba explorando en el Moraig, entre los que se encontraban Bernhard Pack y José María Cortés, explora de nuevo el Sumidero de Toix. 

Pensaban que la salobridad del agua del Moraig, tenía que estar relacionada con la entrada de agua de mar a través de una cavidad submarina. Pensaban que el caso de la isla de Cefalonia, cerca de Argosotolion en Grecia, era muy similar a lo que ocurría aquí. Para demostrar esto, prospectaron por superficie y bajo el agua, todos los acantilados calizos entre Cabo la Nao y las paredes del Mascarat en el Morro de Toix. Así, tras un trabajo titánico, localizaron el Sumidero de Toix, lo que fue un increíble premio a su perseverancia. 

Bucearon hasta menos cuarenta metros y realizaron el croquis topográfico que existe actualmente. Determinaron que los caudales entrantes de Toix eran superiores a 200 litros/segundo y relacionaron por primera vez los caudales y la salinidad entre el Sumidero de Toix y la Surgencia del Moraig, proponiendo esta hipótesis como causa de la salinización del acuífero de la depresión de Benissa.

Sus estudios técnicos interesaron a las administraciones locales y dieron lugar a posteriores proyectos de investigación que generaron otros estudios. Hoy en día, estos resultados siguen siendo una referencia para nosotros y para otros investigadores.

A principios de este siglo, unos buceadores alemanes entraron de nuevo y al parecer, descendieron hasta menos ochenta metros. Pero no hay ninguna publicación ni referencia al respecto y por los restos de cabos encontrados en las paredes, no podemos asegurar que alguien haya descendido más allá de los setenta metros de profundidad.

Han tenido que pasar veinte años para que la inquietud de unas cuantas personas, nos haga retomar la exploración de esta maravillosa e inquietante cueva.

Así, tras preparar los equipos y planificar la inmersión, el día 30 de marzo teníamos la embarcación fondeada frente a la entrada de la cueva y estábamos listos para ir al agua. Jose María se queda de barquero y apoyo en superficie. Belén, Guapet y yo realizamos una inmersión hasta los cuarenta metros de profundidad, llegando a cien metros de la entrada tal y como teníamos previsto. Instalamos cuerda de escalada en todo el trayecto para garantizar una salida traccionando con las manos, ya que la corriente aspirante es difícil de vencer aleteando.

Al día siguiente, viendo que la cueva se enturbia mucho al entrar debido al sedimento acumulado que entra a la vez que nosotros, nos dividimos en dos grupos. En la primera inmersión descenderíamos por el pozo hasta la profundidad límite del gas de fondo que llevábamos. A sesenta y cinco metros de profundidad, tocamos fondo, echamos un vistazo a lo que nos esperaba por delante para el día siguiente y ascendimos jumareando como si estuviéramos en cavidad aérea pero respirando bajo el agua. Nunca imaginamos que se podía estar cómodo y tranquilo en una situación como ésta, pero la cuerda instalada el día anterior daba la seguridad que necesitábamos. 

Ya en superficie y tras un cambio de impresiones con el segundo equipo, nos sumergimos con el objetivo de realizar la topografía hasta cuarenta metros de profundidad con ayuda de un equipo de última generación, MNemo que da precisión a la toma de datos y simplifica mucho el trabajo a realizar. En una segunda entrada, realizamos las fotografías necesarias para documentar el trabajo.

El tercer y último día de inmersiones hicimos un planteamiento parecido al día anterior. Un primer equipo rehízo la topografía en su inmersión por si hubiera algún error en los datos del día anterior y exploró un tramo de galería paralela al pozo que seguramente sea un camino más fácil para llegar al fondo y que nos será útil en próximas exploraciones.

El segundo equipo, progresó una veintena de metros más a partir del fondo del pozo, llegando hasta setenta metros de profundidad y unos ciento cuarenta y cinco metros de penetración. La disminución de la sección y el consiguiente aumento en la velocidad de la corriente nos impidieron llegar un poco más lejos esta vez. 

El trabajo en superficie también dio sus frutos. Con ayuda de una sonda multiparamétrica YSI EXO2, https://www.ysi.com/exo2 y un transmisor bluetooth EXO-GO https://www.ysi.com/exogo , hicimos tres transectos paralelos a la costa. De esta manera, conseguimos localizar más de diez fuentes de agua dulce subterráneas de la pared del Mascarat y georreferenciarlas con los datos del EXO-GO.

Finalizaba así una maravillosa incursión a una cueva especialmente singular que abre de nuevo el camino a futuras exploraciones del Grupo de Exploración del Moraig en este sistema tan increíble.
Queremos manifestar nuestro especial agradecimiento a las empresas que colaboran con nosotros y mantienen activa la exploración como son el puerto deportivo Marina de Greenwich, los ayuntamientos de Altea y Benitatxell, VAPF S.L., SIDMAR estudios y servicios oceanográficos S.L. y Arianne Line - Mnemo.


Eliseo Belzunce

Grupo de Exploración Moraig (GEM)

6 de abril de 2021.

Marina de Grenwich – Altea y embarcación de SIDMAR
Pared del Mascarat – Morro de Toix
Práctica con equipo de topografía Mnemo






Jose María Cortés, Guapet (Vicente Gil), Belén Andrés y Eliseo Belzunce




Jumareando en la salida



Sonda de localización de fuentes de agua dulce


Topografía del Sumidero de Toix


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