Llevábamos todo el año esperando buenas condiciones de caudal y visibilidad pero no había sido posible. Este otoño, al empezar a llover, hemos estado esperando el momento adecuado para intentar una nueva exploración. A principios de diciembre se abrió una ventana para poder intentarlo y el lunes dos de diciembre, los que pudimos, estábamos en el parking del Congost de Terradets con los maleteros llenos de botellas, torpedos, rebreathers, hamacas, puntos calientes y petates para portear.
La primera impresión al llegar al sifón no fue buena, la visibilidad era mediocre y así no había nada que hacer. Decidimos esperar y posponer un día la exploración.
Al día siguiente, el nivel había bajado treinta y cinco centímetros y la visibilidad aunque no perfecta había mejorado. Optamos por intentarlo y poco a poco, fuimos metiendo el material para bucear al día siguiente.
Entre todos, colocamos los veintiséis bultos de dos buceadores a pie del sifón, con parada para comer y tarde de puesta a punto de los rebreathers y el resto del equipo. Doce botellas, dos rebreathers, tres scooters y mucho material diverso. Después nos fuimos a cenar y a planificar con detalle los objetivos de la inmersión y el plan de rescate si algo fallaba y no salíamos en el tiempo pactado.
El plan era sencillo, Josi topografiaría toda la cueva con el nuevo equipo electrónico de topo colocado en su scooter y yo iría primero haciendo de guía. Si llegábamos a la punta de exploración del año pasado, teníamos un carrete con 230 metros de hilo para instalar. Por el camino iríamos dejando las botellas de emergencia y descompresión por si algún rebreather fallaba e iríamos revisando y reparando posibles roturas del hilo guía a causa de las crecidas del 2019.
No es una inmersión fácil. Para llegar a la punta de exploración de 2018, hay que recorrer dos mil quinientos metros para pasar lo que con nivel bajo son seis sifones y cinco burbujas intermedias, lo que supone un perfil de sierra muy agresivo con una profundidad máxima de -87 metros, varios pasos estrechos, pozos que se enturbian mucho y mucho control de la descompresión tanto a la ida como a la vuelta.
El miércoles, día cuatro, a las diez y media de la mañana, nos dábamos el visto bueno y comenzábamos la inmersión. Habíamos repasado muchas veces las tareas a realizar tanto a la ida como a la vuelta, teníamos claros los puntos conflictivos de la cavidad y las acciones a realizar si pasaba esto o lo otro. Era el momento de meter la cabeza debajo del agua y mantener la concentración durante los 240 minutos que iba a durar la inmersión planificada, para que todo lo que habíamos hablado se hiciera de una forma metódica, sencilla y sin contratiempos.
Fuera del agua, a pie de sifón, estaba el resto del equipo, preparado para estar esas cuatro largas horas de espera, hasta que saliéramos con las siempre deseadas buenas noticias sobre una nueva parte explorada.
Pero no fue así. Una vez más la cueva no nos dejó actuar como queríamos. La visibilidad era peor de lo que pensábamos. Aun así y sin querer aceptar lo inevitable, instalamos hilo hasta conectar con el hilo principal, dejamos varias botellas de deco en los lugares asignados y nos adentramos en el primer sifón para ver si la cosa mejoraba. Pero qué va, nada de eso y al iniciar el ascenso para salir del S1, decidimos darnos la vuelta. Tras un minuto de rabia haciéndonos señas, dimos media vuelta y salimos a superficie. Hoy no era el día.
Ya sabemos que es así, las exploraciones son cada vez más complejas y requieren condiciones ideales para que se puedan hacer. Todo un año esperando sin una sola oportunidad. Muchas entradas de Jordi a la cueva durante más de un mes, para ver expresamente si las condiciones eran buenas, cada vez que los que pasaban por allí le informaban de que había posibilidades. Muchos wasaps en el grupo que tenemos del Forat de l´Or y mucho esfuerzo personal y familiar por parte de todo el equipo para poder explorar. Da rabia salir a los cincuenta minutos de inmersión después de todo eso.
La parte positiva es que ahora sabemos mucho más de las reacciones del nivel de agua según las precipitaciones, compraremos un equipo para controlar la turbidez y escalaremos un par de puntos donde hay posibilidad de acceder a alguna galería fósil que nos permita continuar en cavidad aérea.
Enhorabuena a todos por este nuevo intento de exploración. Sin un gran equipo humano, insistente, implicado y generoso, no se podría llevar a cabo. Ojalá que el 2020 sea un buen año para todos nosotros y para las exploraciones en esta cavidad que tanto nos atrae.
Participantes: Jordi Pascual, Dani Ortego, Jordi Espinosa, Josep Pineda, Marta, Gabri, Joel Borrazas, Josi Olave, Eliseo Belzunce y un montón más de personas que estaban atentos en sus trabajos y en sus casas con pena de no haber podido venir.
SAM, EGAN, GEB, Otxola. Todo un conjunto de clubs con una pasión común, la espeleología.
Nuestro agradecimiento, una vez más, al hotel Terradets de Cellers, por hacernos todo más fácil.
Eliseo Belzunce Alonso
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