El primer día, viernes, en Guara nos decantamos por la Peonera y tras varios intentos de superar el cortado que nos separaba del río encontramos la manera de llegar al agua (después de 2 horas, destrepe de algún rapel, desandar lo andado...). *Para otra vez: ir a lo evidente, los jabalís no siempre van al río...
Aquí todavía sabíamos donde estábamos, por eso ríen. |
Pillamos el agua con ganas después de la sudada buscando `una senda´ entre bojes y hasta la fuente de la Tamara todo muy bonito. Sacamos alguna foto, se mojó la cámara (que no es de agua, aunque se va acostumbrando), echamos un bocado y seguimos el río hasta la presa de Bierge. Tramo de los de "es como si no acabara nunca" con el agua por las rodillas que hicimos gracias a la técnica de ir hacia atrás, que además de descansar los cuadriceps parece que el agua corre mas rápido.
Buena foto, si no hubiese fallado el trípode... |
Parecía que no, pero sí. Llegamos a la presa, el salto de 11m. Un bañito checo y rápidamente a hacer la fotosíntesis. A alguien se le ocurrió abrir una cervecilla y otra y otra y otra y se gastaron, así que tuvimos que ir a Rodellar a por más. ¡ya habíamos tenido suficiente agua en el barranco! Conclusión: cena y al sobre medio-entero cocidos tontamente. ( A, y fuimos formales porque es falso que los madroños emborrachan, sino no se que hubiera pasado...)
El sábado decidimos meterle mano al Balcés. Como salió buen día, Cueva Cabrito + Estrechos. El primero hizo las delicias de los neoprenos, por eso del roce... El principio fué un poco cansino con el sol de frente, sin gota de agua y los pasos estrechos, pero la cosa va mejorando conforme te acercas al río principal (no se si tanto como para hacerlo dos días seguidos como los franceses que se dejaron el día anterior una chaqueta).
No fué todo risas y llantos, también hubo momentos de tensión. A Isaac se le quedó atrapado el brazo entre dos piedras y si no llegamos a estar allí 3 forzudos, la piedra es mucho mas grande, cae la tormenta del año y lo rodean arañas montadas en hojas se muere.
Lo pasó mal porque había visto 127h y no tenía navaja multiusos. |
Un cabrito lechal esperaba que alguien lo sacase del marrón en que se había metido el muy intrépido. |
Estuvimos un rato haciéndole compañía, intentando que comiera o fuera comido. Las opciones eran: dejarlo allí, intentar que trepara, sacarlo en una mochila y buscarle dueño y sacarlo en la mochila y presentarle a Don Horno.
Pues eso, al final allí se quedó...
Nos despedimos de él pero nos llamaba veeeeeeen, veeeeeen, y nos volvimos a mirar. Allí estaba metido en un agujero y asomando la cabeza. Parecía San Fermín en la hornacina!! *Nuestro amigo Fermintxo, que habrá sido de tus pezuñitas que agarran mas que las 5.10...
Todo sigue su curso: la vida de Fermintxo, el agua del barranco... y nosotros no somos menos. -¿y si en vez de un cabritillo nos sale un jabalí?- pensamos. Dicho y hecho, poco mas abajo oímos ruidos y un jabají pequeño se tiró al agua huyendo de nosotros. Esta va a ser gorda! En poco rato teníamos claro como podría dejar de vivir (navaja, aguadilla, patadas, piedras...) pero no fue necesario. Estaba bastante mas asustado que nosotros y no lo volvimos a ver. -¿y si nos llega a salir un jabalí de 60kg en vez de ese enano?- Idem. Ya se había ensanchado un poco en barranco y vimos a lo lejos un hermoso puerco que nadó como alma que lleva el diablo en cuanto nos barruntó en su baño. El resto de barranco lo hicimos con la boca cerrada por miedo a que apareciese el Sacamantecas allí mismo.
Zuriñe, Sergio, Alicia e Isaac. |
Texto y fotos: Zuriñe
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