12 dic 2015

SAN ADRIÁN

    Desde la localidad de Eulate nos dirigimos hacia el sur de la población por una pista de hormigón que a los pocos metros pasará a ser de grava. Durante el trayecto observaremos varias granjas junto a los campos de cereal que darán paso a una zona menos fértil, donde el bosque de encina y roble son los dueños. Llegamos a una vaguada, aquí confluyen varias regatas pequeñas, nosotros seguiremos por la pista descendiendo hacia el río Uiarra o también conocido como río Seco.




    Cruzamos el puente y ascendemos un poco hacia la ermita de San Adrián; esta se asemeja más a una borda que a la imagen de lo que tenemos de estos antiguos templos. A escasos metros de la ermita, junto al borde de la pista está situada la sima que recibe el mismo nombre. La cavidad fue objeto de estudio por el grupo I.P.V. el 27-7-1974, posteriormente se realizaron en el año 1.993 otros trabajos de cavidades en la misma zona de Lókiz por el grupo L.E.T.


    La entrada es una pequeña dolina situada junto al talud de la pista, bordeada de alambre para evitar la caída del ganado. Descendemos asegurados a unos modestos árboles por una abertura con forma alargada. En los primeros metros aparece una roca muy fraccionada y descompuesta que no ofrece garantías en caso de tener que montar un fraccionamiento. Enseguida se amplían sus dimensiones dando a una sala de 22x16 donde los techos quedarán a unos veinte metros de altura desde la base. Tocamos el suelo en un extremo de la sala sobre un vasto cono de derrubios que se alarga por toda la cavidad perdiendo altura gradualmente.


    Dentro de la sala observamos, por su orientación que la pista de tránsito exterior está soportada por el techo de la cavidad. En el cono de derrubios podemos encontrar gran cantidad de huesos de animales (caballos, vacas, jabalís, perros…) así como basura no orgánica (latas y envases…) algo asiduo en cavidades próximas a caminos. En el catálogo espeleológico de Navarra se dice que esta cavidad contiene en el interior de su sala un gran domo; pues en realidad se trata de un gran bloque desprendido del techo con una deposición-costra de calcificación por los continuos goteos. La sima tiene dos pequeñas continuaciones que se cierran a los pocos metros, la profundidad máxima alcanza los 36 metros.

Texto y fotografías: Luís Marín, Aitor Sánchez

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