Hemos
establecido nuestro campo base en la población de Broto para pasar unos días y
realizar varias actividades en los alrededores. Como en otras ocasiones no parábamos
de comentar que deberíamos de hacer la vía ferrata de esta localidad, uno de
los principales reclamos turísticos de la zona, así que fuimos.
Para
los que practican este deporte no habrá pasado desapercibida y seguramente la habrán
realizado una o varias veces. No destaca por tener dificultad ni mucho menos; el
componente que hace que se hable tanto de ella es sin duda su ubicación. Otro
de los factores que han hecho que sea tan popular, es que resulta asequible afrontar
esta vía para un gran colectivo de personas y esto quiere decir que en
determinadas épocas del año puede estar colapsado de gente el trayecto.
Montada,
junto a un anfiteatro natural lleno de pliegues de roca, que durante miles de
años ha modelado el agua y el hielo, ingeniosamente recorre paralela a la
cascada final del Barranco del Sorrosal. Grapas, clavijas, se suceden una y
otra vez hasta llegar a las aparatosas escaleras que salvan el tramo de roca
más inestable.
Nos adentramos
en la gruta, la pasamos y vamos a parar al interior del cañón, el tramo con más
encanto. Apoyados en las sirgas cruzamos al otro margen, unos resaltes y
saldremos al balcón de Broto para obtener buenas vistas de todo el entorno. Descendemos
por el sendero a la población, vamos comentando lo fácil que ha resultado la actividad
(grado K2), apenas hora y media con varias sesiones de fotos.
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