Desde hace bastante tiempo teníamos ganas de realizar este descenso en la modalidad invernal. No siempre la climatología se comporta a gusto del consumidor, así que no queda otra que esperar a que se den las condiciones óptimas para hacer esta actividad.
La Garona está geográficamente bien situada para recibir abundantes precipitaciones de lluvia y nieve durante el invierno, pero eso no garantiza que se vaya a formar el sólido elemento. El barranco tiene tres condicionantes principales a los que tendremos que amoldarnos:
1.- Una carretera estrecha y sinuosa de acceso a Castillo-Nuevo que aveces queda inoperativa después de las nevadas.
2.- Aproximación larga por la nieve o el cauce helado para llegar a la zona encañonada.
3.- La altitud de entrada y salida del descenso situadas a una cota relativamente baja, junto con la longitud del mismo hacen que sea factible encontrar el barranco en mixto (hielo y agua).
La idea nos surgió pocos días antes de ir a dos personas y como voluntarios no nos suelen faltar para estas aventuras se nos unieron rápidamente otros dos compañeros. No tuvimos ningún inconveniente en juntarnos puesto que lo ideal es que vayamos un máximo de entre 3-5 personas para realizar un barranco invernal. Todos sabemos que un grupo numeroso pondría en peligro nuestra integridad física (posibles hipotermias y congelaciones) y la de nuestro material tanto personal como colectivo.
La aproximación la realizamos desde la carretera que indican en todas las guías de barrancos, aunque la verdad es que haciendo caso a estas, pocas referencias podíamos usar puesto que el manto de nieve es abundante y todas las pistas están copiosamente tapadas. Siguiendo nuestro instinto pronto damos con el cauce del barranco el cual lo encontramos con una gruesa capa de hielo. Vamos alternando los campos colindantes con un espesor de nieve que en algunos casos nos llega al muslo y el cauce helado que se nos fractura por el peso, haciendo las delicias de nuestras espinillas que quedaron doloridas para un par de días.
Por fin empezamos con la zona excavada y nos asombra la belleza que tiene la Garona en estas condiciones. Extremando al máximo la precaución vamos sorteando resaltes, pozas, pequeños toboganes y vistosas verticales con forma de circo. No está de más realizar este barranco en otra fecha del año, para conocer con exactitud donde están los anclajes ya que algunos se quedan ocultos bajo la capa de hielo y nieve.
En la base de varias de las verticales encontramos un granizado espeso que nos atrapa como las arenas movedizas y nos dificulta la progresión. Llegando a la parte final del recorrido andamos por unas grandes placas de material y es el lugar donde se vuelve el barranco más acuoso evidenciando la subida de temperaturas y el paulatino deshielo que se está produciendo.
Terminamos la actividad en la última cascada junto al aparcamiento, después de tres horas desde que entramos. Lo más incomodo para todos resultó, cambiarnos de ropa con la baja temperatura que hacía al atardecer y sentir como empieza a fluir nuevamente la circulación por nuestras extremidades, con esa sensación de ardor.
Descenso realizado el 7-02-2015 por: Aitor Sánchez, Luís Marín, José Javier Ruiz y Oscar Latasa.
Texto: Luís Marín
Fotografías: José Javier Ruiz, Luís Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario